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La edad de inicio de la lectura

¿A qué edad debe aprenderse a leer? La respuesta más honesta debería ser “depende”. El ritmo de adquisición de la madurez en el desarrollo o es igual en todos los niños y depende de muchos factores. 

El proceso de la lectura requiere de un desarrollo suficiente de los movimientos oculares: si los movimientos son inmaduros o poco precisos, la sensación que tiene el niño al intentar leer es que las letras se mueven y no se perciben en el orden adecuado. El proceso lector requiere, además, un buen desarrollo del lenguaje y el habla, y en este aspecto es importante entender la importancia del lenguany no verbal, el lenguaje corporal que conforman los gestos e incluso la postura. Para ello es necesario un determinado nivel de madurez del sistema nervioso, que el niño va desarrollando a medida que avanza en su desarrollo motor: la fase del gateo, el juego… Todo influye; la interacción con el medio es clave en el desarrollo madurativo y, por lo tanto, educativo, del niño. Se calcula que hacia los 6-7 años un niño puede alcanzar un ritmo de madurez adecuado.

Recientes estudios del Instituto de Fisiología Neuropsicológica del Reino Unido indican que el 48 por ciento de los niños que inician la educación primaria no tienen todavía las destrezas físicas que son necesarias para un buen aprendizaje escolar. Es muy probable que esta cifra sea similar en España. Esto significa que si iniciamos el proceso de aprendizaje de la lectura a una edad demasiado corta (ya en educación infantil), corremos el riesgo de perjudicar a un elevado número de niños, a quienes les resultará muy difícil, si no imposible, un correcto aprendizaje de la lectura, porqué no están todavía preparados físicamente para hacerlo. A estas edades, lo que deben hacer los niños es aprender con el movimiento, con el juego, de modo que contribuyamos  a generar nuevas conexiones neuronales, a integrar el cerebro con el resto del cuerpo y, en definitiva, a madurar y preparar el cerebro para el aprendizaje escolar. 

Esta es la razón por la que los profesionales de la salud, también los optometristas, cuando nos llegan unos padres con niños a quien les cuesta leer, lo primero que hacemos es evaluar el ritmo de madurez del sistema nervioso central, y actuar en función del nivel adquirido. 

La prevención es clave. Una mala gestión de estos problemas en niños es muy probable que conduzca a un fracaso escolar. Cuando hablamos de desarrollo infantil, debemos ir paso a paso para llegar a un nivel óptimo de madurez y empezar a leer demasiado pronto requiere de este nivel. Hay que ir con cuidado a la hora de diseñar los objetivos pedagógicos en las fases iniciales de la escolarización. Prevenir resulta mucho más fácil que intentar solucionar problemas que podrían haberse evitado.

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