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¿Qué es la terapia de movimientos rítmicos?

Cada vez que preparo un curso, o leo algún artículo o un libro que trata de la anatomía y del funcionamiento del cerebro no dejo de maravillarme y de sorprenderme de cómo la evolución humana ha sido capaz de desarrollar un órgano tan complejo y tan perfecto. Observar cómo nuestro cerebro crece y evoluciona durante las primeras etapas de nuestra vida es adentrarse en un mundo que permite entender algunas claves que marcan a cada persona en su etapa adulta. Y, además, cuando algo falla, disponemos de herramientas para solucionarlo.

Este sería el caso de la Terapia de Movimientos Rítmicos, basada en los movimientos que hacen los recién nacidos que le ayudan a su desarrollo neurológico y motor. Porqué nacemos con un cerebro inmaduro, que al principio se encarga tan solo de las funciones más básicas. Resulta increíble el dato que cada minuto en la vida de un bebé se generan 4,7 millones de conexiones nuevas en el cerebro, gracias a los estímulos que el bebé recibe con sus sentidos: la audición, el tacto, la vista… Tocar a un bebé, cogerlo, darle un beso, mecerlo, susurrarle… son acciones que para el bebé son un estímulo que le permite crear esas necesarias conexiones que necesita en su crecimiento. También permiten este crecimiento los movimientos reflejos que realiza el bebé, que se ha comprobado que siguen un cierto orden: primero levanta la cabeza, luego el pecho, consigue reptar, luego gatear… Aquí tenemos una clave: un correcto desarrollo motor del niño, que luego influirá en todos los sentidos, requiere que el bebé pase en orden todas estas etapas. Un niño que no gatee, por ejemplo, no podrá desarrollar bien aspectos que afectan a su movimiento, a su motricidad.

La Terapia de Movimientos Rítmicos nos permite corregir determinadas situaciones. Si los movimientos rítmicos del bebé permiten crear conexiones cerebrales que permiten la madurez, con la terapia de movimientos rítmicos conseguimos crear estímulos que incrementan el tono muscular de modo que podemos “forzar” a que el bebé pueda levantar la cabeza o el tronco, por ejemplo. De este modo, garantizamos que el recién nacido pase por todas las etapas del desarrollo del movimiento, lo que redundará en una buena madurez de su cerebro. Son, en definitiva, una gran herramienta preventiva que nos va a permitir un correcto desarrollo neurológico y motor, que están en la base de un correcto funcionamiento de los sentidos, como la vista o la audición.

Resulta maravilloso contar con herramientas que nos permiten que el cerebro, este órgano tan complejo y tan misterioso, pueda entrenarse ya desde las primeras fases de la vida para evitar que en el futuro surjan problemas. La prevención es la clave.

Tenéis más información aquí: TMR – Reflejos Primitivos y Aprendizaje

 

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