TMR - Reflejos primitivos y aprendizaje

Terapia Visual

TMR - Reflejos primitivos y aprendizaje

Durante el primer año de vida, el desarrollo sensorial y psicomotor que va a experimentar el niño es uno de los más importantes aprendizajes que va a realizar en su existencia, ya que tiene una enorme repercusión neurológica en el resto de su desarrollo futuro.

El movimiento tiene un efecto organizador e integrador del Sistema Nervioso Central, tanto a nivel visual, auditivo, táctil y sistema vestibular (equilibrio). Entra en funcionamiento el equilibrio, el sistema respiratorio, el lenguaje, la función manual, la coordinación ojo-mano para la escritura, el movimiento, la deambulación, etc.

El desarrollo motor comienza en el útero (reflejos motores uterinos), y aparecen los reflejos primitivos, que van desde el nacimiento hasta el primer año de vida. Para sobrevivir, el bebé está equipado con un grupo de reflejos primitivos diseñados para asegurar una respuesta inmediata a su nuevo ambiente y a los estímulos externos. Los reflejos primitivos son movimientos automáticos y estereotipados gobernados desde el tronco cerebral y ejecutados sin que la corteza se involucre.

Dichos reflejos deben de tener una vida limitada. Después de haber ayudado al bebé a sobrevivir los primeros meses de vida, deben de ser inhibidos y controlados por centros más sofisticados a nivel cerebral, lo que permite al niño el control de las respuestas voluntarias.

Si se mantienen activos más allá de los 36 meses, se dice que son aberrantes, y son evidencia de inmadurez del sistema nervioso. Además, si se da el caso puede también evitar el correcto desarrollo de los reflejos de postura.

Los reflejos primitivos presentes después de los 6 meses, pueden impedir la maduración de patrones de comportamiento o hacer que la actividad de niveles cerebrales inferiores siga prevaleciendo, a pesar de la adquisición de habilidades posteriores.

En función de la presencia y grado de los reflejos primitivos, esta inmadurez de las fibras nerviosas puede afectar a un área o todas las áreas de funcionamiento, no solamente la coordinación gruesa y fina de los músculos sino también a la percepción sensorial.

La capacidad para el aprendizaje será interferida o ineficiente aún con una habilidad intelectual correcta. Es como si las habilidades posteriores permanecerán atadas a etapas más tempranas de desarrollo y en lugar de volverse automáticas, sólo pueden ser dominadas a través de un esfuerzo continuado y consciente, lo que supone un gran consumo energético y poca eficacia.

En la evaluación de los reflejos primitivos, lo que queremos comprobar es si el niño tiene las herramientas necesarias para procesar la información, si el sistema nervioso está correctamente organizado, y si existe hipersensibilidad o hiposensibilidad a los estímulos sensoriales.

Todo el cerebro está involucrado en el movimiento corporal. El acto motor no es simplemente un fenómeno de neuronas motoras, sino que es absolutamente dependiente de las neuronas sensoriales de todos los sentidos. Esto explicaría en parte porqué la mayoría de niños con problemas de aprendizaje tienen problemas motores, independientemente de qué parte del cerebro esté comprometida.

En el proceso madurativo del niño se ha comprobado que ningún reflejo desaparece de forma espontánea, sino que se inhiben, modifican o transforman en formas superiores de patrones de movimiento voluntario, volviendo a su forma original únicamente a través de un trauma o proceso patológico.

Este mecanismo innato de inhibición es observable y replicable a cualquier edad con el fin de ayudar a superar la disfunción neurológica. Mediante un programa de estimulación de patrones de movimiento secuenciados y dar una “segunda oportunidad” para inhibir los reflejos; se podrán mejorar las dificultades, motrices, académicas y emocionales del niño.