Entrevistas

Donald R. Korb: “Sufrimos más miopía porqué estamos menos al aire libre”

El periódico La Vanguardia, en su sección “la Contra” publica una entevista al optometrista Donald R. Korb, investido em pasado 30 de mayo doctor honoris causa por la Universitat Politècnica de Catalunya, que tiene entre sus facultades y centros la de óptica, en Terrassa. A Donald R. Korb se le considera un referente mundial en el conocimiento del ojo seco y en el campo de las lentes de contacto y la superfície ocular. Destaca de manea especial su aportación en la investigación y el desarrollo de herramientas de diagnostico y tratamiento del ojo seco.

Os ofrecemos el texto de la entrevista, firmada por Lluís Amiguet, que podéis encontrar también en la pàgina web de La Vanguardia.

Contra el picor de ojos

Las pantallas nos exigen a diario tal nivel de atención ocular que apenas nos permite parpadear. Por eso, los ojos dejan de humectarse, se resecan y pican. De ahí la importancia de hacer pausas horarias y, mejor aún, este ejercicio de un minuto que recomienda el doctor Korb para compensar la sequedad causada por la falta de parpadeo: “Con la delicadeza del primer beso, cierre los ojos. Así: sin apretarlos; manténgalos cerrados contando hasta cinco; y luego ábralos lentamente y vuélvalos a cerrar con suavidad, presionando un poco hasta dejarlos achinados por un instante. Repita esta serie al menos una vez tras cada hora de fijar la vista en la pantalla. Verá como disminuye la sensación de picor”.

¿Por qué pican los ojos tras mirar la pantalla mucho tiempo: ¿es por su luz azul?

En nuestros estudios, la mayoría de los individuos afirma sentir esas molestias, pero no hay evidencia contrastada de que la causa sea la luz de las pantallas.

Entonces, ¿cuál es el motivo?

Que no hay manera de concentrarse en una pantalla si vas parpadeando. El picor es un síntoma de sequedad ocular causado por la falta del parpadeo natural. El ojo no se humedece lo necesario. Y millones de personas pasan más de diez horas al día delante de todo tipo de pantallas.

¡Qué remedio!

No todas esas horas se dedican a trabajar.

Eso también es cierto.

Así que para evitar esas molestias hay que volver a humedecer el ojo.

Usted es experto en humedad ocular.

Y recomiendo unos sencillos ejercicios para mejorar esa humectación, además de descansos sistemáticos cada media hora.

¿Y si ignoramos el picor, qué?

Pues lo que me temo que va a pasar. Que tendremos una pandemia de sequedad ocular y que un 25% de quienes hoy están más de diez horas al día ante pantallas sufrirá graves problemas oculares cuando envejezcan. No podrán llevar una vida normal.

¿Por qué cada vez hay más miopes?

Porque ya desde niños usamos más pantallas y estamos menos al aire libre.

¿La tecnología nos hace mirar más de cerca y menos de forma panorámica?

Los estudios de optometría en EE.UU. demuestran que los niños que pasan al menos medio día fuera de sus casas sufren menos miopía. Y que los defectos de visión están aumentando por el abuso de las pantallas.

¿Es un aumento preocupante?

Los niños usan las pantallas a una edad cada vez más temprana, así que las miopías altas, de cinco o seis dioptrías, cada vez son más frecuentes, y el riesgo para la retina, mayor.

¿La miopía no tiene un factor genético?

La genética influye. ¿Sabe por qué en las tribus indias encontramos tanto astigmatismo: más que en los caucásicos?

¿Un defecto genético?

Lo sufren más porque se expusieron al reflejo solar en la nieve durante generaciones.

Y no tenían gafas todavía.

Y, para no deslumbrarse con tanta luz, bizqueaban. Sus ojos fueron adaptándose generación tras generación a ese exceso de luz. Del mismo modo, en otras etnias que se dedican a labores a corta distancia es más habitual encontrar cortos de vista. Yo tengo, además, experiencia familiar en el asunto.

Cuéntenos.

¿Sabe qué es un gran miope? Quien debe dormir con las gafas bajo la almohada. Mi hijo lo aprendió cuando se nos incendió la casa y casi muere buscando las suyas.

Me alegro de que pudiera escapar.

Pero, desde entonces, siempre duerme con las gafas al alcance de la mano. Mi familia es genéticamente miope. Cada generación tiene más dioptrías.

¿Y la gimnasia ocular?

No es fácil de aplicar. Mi nieta, por ejemplo, tiene 8 años y el pasado verano le detectamos miopía: una dioptría.

No es mucho.

Pero mi mujer, su abuela, es oftalmóloga y planeó reeducarla para corregir esa dioptría, porque creyó que si no, iría a más.

¿Cómo?

Para empezar, la obligó a pasar el verano con nosotros y la sometió a vigilancia estricta de su higiene ocular.

¿En qué consistió la terapia?

Nada de pantallas. Nada de iPhone ni tele; libros, los imprescindibles a determinadas horas. Y corrigió su postura al leer y la luz.

¿La vigilaba?

Le controlaba los tiempos. Mi mujer volvió a hacerle un control dos meses después y ya estaba sólo en 0,25, y un mes más tarde había corregido su defecto del todo.

Una terapia difícil de aplicar a adultos.

Ese tipo de terapias sólo se las puedes aplicar a una rata en una caja, claro. O a un niño, como mi nieta, a quien puedes controlar a todas horas por su propio bien.

¿Y si el adulto tiene mucha voluntad?

Si eres un creyente capaz de hacer esos ejercicios durante seis meses de forma constante sin observar beneficio inmediato, entonces puedes beneficiarte de ellos.

¿La luz de las pantallas quita el sueño?

Parece que pueda cambiar nuestros ritmos circadianos y causar insomnio, pero faltan estudios empíricos para demostrarlo.

¿Qué luz es mejor para leer?

Pues mire: ¿recuerda las luces de las bibliotecas de toda la vida?

¿Esas pegadas a la mesa de cada lector?

Sí, las de biblioteca antigua. Son las mejores.

¿Por qué?

Porque si coge la bombilla que ilumina bien un libro a una altura de 30 centímetros y la eleva otros 30 centímetros, perderá la mitad de su luz; si la sube hasta un metro, sólo tendrá un cuarto de esa luz que tenía y, así, irá perdiendo luz a medida que la eleva. Y si la pone en el techo, tal vez obtenga apenas una centésima de la luz que le daba al principio.

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