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Dispraxia y rendimiento escolar

Jordi Catalán Balaguer, médico especialista en desarrollo infantil

Ante la proximidad del curso Casos prácticos de trastornos de la lateralidad, en el que trataremos a fondo el problema de la dispraxia, he creído conveniente escribir este artículo, para aclarar algunas dudas sobre este trastorno.

El sistema nervioso ejecuta tres tipos de movimientos:

  • Los reflejos. Son acciones motrices inconscientes. Están diseñadas genéticamente. Permiten la adaptación al medio. 
  • Los voluntarios. Se activan desde la corteza cerebral. Persigue (o debería hacerlo) una intencionalidad educativa.
  • Los automáticos: Se realizan de manera inconsciente

Hay dos tipos de movimientos automáticos:

  • Innatos en el individuo y sobre los cuales no se tiene un control absoluto, pero sí se puede incidir en ellos.
  • Consecuencia de la repetición de movimientos voluntarios que se van transformando en un hábito.

Es en este último apartado donde quiero poner el foco, por su importancia y trascendencia en el aprendizaje académico y la repercusión negativa cuando no se realizan de forma adecuada.

Recordemos cuando aprendimos a conducir. En una primera fase tuvimos que estar atentos para desarrollar movimientos voluntarios, para mover los pedales, el cambio, los intermitentes y el volante. Poco a poco, después de un período relativamente corto, nuestras manos y pies se movían sin prestarles atención (movimiento automático) y de esta forma podíamos estar atentos a la circulación y sus circunstancias.

Las principales aportaciones de la automatización son lograr la mayor eficacia de los movimientos, invertir el mínimo gasto energético y liberar a la corteza cerebralpara que pueda hacer las actividades conscientes con más libertad.

¿Qué pasa cuando no se alcanza la automatización? ¿Por qué no se consigue la automatización? ¿Qué es la Dispraxia? ¿Se puede tratar? ¿Cómo se detecta la baja automatización en los niños? ¿Cuáles son los primeros síntomas?

Voy a empezar por aclarar las últimas preguntas. 

Los primeros síntomas que se observan en la vida cotidiana son: la motricidad del niño es ineficaz, se dice que es torpe, corre raro, no le gusta participar en las actividades con pelota, le cuesta ir en bicicleta, no alterna los pies al subir y/o bajar escaleras, le cuesta aprender a hacer la lazada de los zapatos… 

En la actividad académica las consecuencias son más determinantes: es más lento para escribir bien, olvida letras al escribir las palabras, la misma palabra la escribe de forma distinta en el mismo texto, puede invertir la grafía de números y/o letras, le cuesta hacer copias tanto del libro como de la pizarra (se pierde cada dos por tres), los exámenes están repletos de faltas de ortografía, le cuesta integrar la mecanización de las operaciones matemáticas, se equivoca al hacer operaciones matemáticas con llevadas (se le olvidan)…

La dificultad escritora puede iniciarse en el momento que el niño ya no puede estar pendiente de cómo escribe. Es muy típico decir “es que solo escribe bien cuando se fija”. A partir del tercero de Primaria, la letra debe hacerse bien, aunque no se preste atención a la grafía. En realidad, tiene que prestar atención al argumento que está escribiendo y la mano debe moverse sola, con eficacia y letra clara.  

Cuando la capacidad de automatizar el movimiento es mala, también cuesta mecanizar algunos conocimientos secuenciales: aprender los días de la semana, serie numérica (en especial del 11 al 19), tablas de multiplicar…

También muestran dificultad para cumplimentar los hábitos de la vida cotidiana, cerrar la luz al salir de la habitación, colgar la chaqueta en el colgador, quitarse los zapatos… cada vez hay que recordárselo.

Algunos niños no son capaces de comer o vestirse mientras están viendo la tele. Al no tener el movimiento automático, si mira la televisión no puede ejecutar la acción motora, ya que su corteza cerebral está ocupada siguiendo lo que le ofrece la pantalla.

La Dispraxia también puede ser la causa de que la evolución de un entrenamiento visual sea lenta, poco fluida, que de pronto se den pasos atrás. 

También se puede dar un proceso lento en terapias de logopedia, en especial en el tratamiento de la disartria.

Les cuesta avanzar en el uso de los instrumentos musicales, en especial se produce un parón cuando tiene que leer la partitura y tocar el instrumento sin mirar el movimiento de las manos.

Además, este trastorno funcional ataca en la base de la construcción de la autoestima del alumno. ¿Que hay peor que querer hacerlo bien y que no te salga? Además, se puede comparar su producción con la de los compañeros: mala letra, no se le entiende, letra grande, dibujos poco evolucionados…. Además, a veces, muchas veces, se le ha dicho: “no te fijas”, “eres torpe”, “cuando quieres lo haces bien”, “no prestas atención…”: Torpedos en la línea de flotación emocional.

La Dispraxia se puede tratar. 

El tratamiento tiene más efectividad cuanto antes se inicie. De ahí la importancia de la detección precoz.

El curso que estamos preparando está dirigido a saber diagnosticar y tratar adecuadamente la Dispraxia.  

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